Los que han tildado a Carlín de machista y misógino por esta caricatura, no entienden verdaderamente el lenguaje de la sátira e intrepretan los dibujos como ataques insultantes y ofensivos contra personas de la vida real.


La sátira política gráfica recurre muchas veces a metáforas visuales para transmitir una realidad, en este caso el sadismo gozoso de la fujimorista Bartra en archivar la reforma política, y la actitud masoquista del ministro del Solar al acceptar estólido esta decisión.


Aquí en Europa (Gran Bretaña, 2012), también se hizo una caricatura de Angela Merkel que la presentaba como dominatrix frente al desconcertado presidente francés François Hollande, y nadie protestó diciendo que se trataba de una falta de respeto.


Más aún, aquí en Alemania los carnavales de Colonia y Düsseldorf son ocasión para hacer desfilar carros alegóricos con sátiras políticas incluso más atrevidas que la caricatura de Carlín. He aquí algunos ejemplos centrados en Angela Merkel.


Y ni hablemos de lo que está permitido en aras de la libertad de expresión y del humor, como en estos carros alegóricos con Donald Trump como protagonista.


Lo que ha hecho Carlín en su caricatura es graficar con humor una situación política con una metáfora de contenido sexual. No se trata de un retrato descriptivo de las personas reales representadas. Este tipo de sátira es perfectamente legítimo en las sociedades desarrolladas.


Puede que no guste. Pero eso no autoriza a esas personas a esgrimir sus interpretaciones subjetivas como argumentos para desacreditar al caricaturista. A decir verdad, no creo que ni Carlín piense que Rosa Bartra es una dominatrix o que Salvador del Solar sea un sadomasoquista.


No es Carlín el que se tiene que disculpar, sino quienes por ignorancia han interpretado mal su caricatura o simplemente no les ha gustado, y creen que su interpretación es lo que verdaderamente quiere comunicar el caricaturista. Como dice el dicho, «la ignorancia es atrevida».


Top