Hilo El modelo económico que se inició con el golpe del ´30 y se consolidó en democracia en ´40, ya no otorga más resultado. Con el golpe se puso fin el modelo liberal y arrancó el modelo de moda en Europa: El corporativismo. El capitalismo de amigos. amigos del poder.


En el 30 se crean las instituciones para regular la actividad económica desde el Estado y principalmente, adueñarse de la billetera del Campo: - Nace el BCRA - Nace la junta de granos para apropiarse el trabajo ajeno. - Nace el IAPI, para repartirse los dólares entre amigotes.


Perón, que para ese entonces ya era vicepresidente del último golpe del 30 (Farrell), y hace la jugada maestra: sumar a los trabajadores a la repartija de los dólares del campo. Idea que lo lleva a la presidencia ya en democracia.


El modelo de "colgarse del que trabaja" es obvio tiene errores de diseño para que funcione en el largo plazo. Ese largo plazo es el que llegó. Es que si la soga aprieta mucho, el burro en algún momento dejara de caminar, no importa el tamaño de la zanahoria.


Argentina empieza a crecer a menor velocidad que el resto, y la última década directamente no creció. Fueron 70 años. No puede decirse que no caminó. El modelo se sostuvo matando al campo, el sistema energético, comiendo las reservas y tomando deuda. Ya no hay nada para repartir


Nos quedamos con el modelo económico del 30 que consolidó Perón en ´40, que sólo camina si devora capital, pero sin más capital como leña. Ya se sacrificó al campo, a las economías regionales, al sistema energético, las reservas del bcra, los ahorros privados y la deuda externa.


Llegó el 2020 Estamos en el fin de un modelo que duró 70 años. El corporativismo se agotó. Los resultado están a la vista. El miedo de que Argentina vire a Venezuela, es que tiene que decidir que modelo tomar, dado que el Corporativismo ya deja al 50% en la pobreza.


Argentina tendrá que elegir en el medio de esta crisis. O se suma al mundo con un modelo liberal (incluso con uno a la europea), o hace el gran salto adelante. Vicentín no es buen augurio. Destruir el sistema de precios, tampoco. Coquetear con el Grupo de Puebla, menos.


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