Enterré a papá en un Sanborns Abro hilo🧵


Algunos creen que el mayor mausoleo del México contemporáneo es el Museo Soumaya, que mandó construir Slim en honor a su esposa. Se equivocan, al menos en una parte.


El mayor mausoleo que tenemos los mexicanos sí fue construido por Slim, pero se trata de un proyecto mucho más ambicioso: Hablo de los Sanborns. Todos los Sanborns son un mismo museo con exposición permanente que nos recuerdan a nuestros muertos.


Allí enterré a papá, sus restos están distribuidos en cada una de las 190 sucursales alrededor de la república. No se alarmen, sus cenizas continúan guardadas en la cripta de una iglesia que no he visitado en años, pero encuentro más conveniente visitarlo en cualquier Sanborns.


Sus sucursales son la habitación de papá que yo guardo bajo llave para impedir que cualquier invitado mueva sus cosas de lugar.


A diferencia de la iglesia, constantemente en remodelación, donde está la cripta de papá, los Sanborns se mantienen idénticos.


No hablo solo de la misma vajilla del restaurante o las fachadas, los Sanborns se toman tan enserio su papel de mausoleo que siguen vendiendo CDs, aunque ya no haya nadie que los compre.


El único cambio que advierto es en el área de electrónicos, donde las televisiones son cada vez más delgadas.


En la sección de las revistas, donde los domingos papá compraba el Proceso, lo único que ha cambiado son los titulares de los periódicos. En la dulcería continúan vendiendo las tortugas de chocolate amargo que papá le compraba a mamá cada vez que peleaban.


El área de Tabaquería, donde papá hizo su última compra antes de morir, se ha mantenido intacta a lo largo de todos estos años, como si en su última visita el tiempo se hubiera congelado.


En la iglesia,la cripta de papá se encuentra a ras del suelo.Las pocas veces que intenté visitarlo tuve que permanecer hincado. En los Sanborns me encuentro con papá, mientras sentado en una butaca disfruto las enchiladas suizas que continúan preparando tal como a él le gustaban.


Tengan la certeza de que, en cualquier Sanborns, algún día alguien nos recordará.


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